Alicia
y su hermanita Ana gustaban de leer sus lecciones de geografía en contacto con
el campo. Aquel día, Ana retornó antes a casa y Alicia, junto al viejo árbol,
fue dejándose vencer por el sueño.
Creía
estar soñando, mas todo parecía real: sentía que volaba feliz en un cielo azul
y sobre un bello paisaje, para luego descender al bosque. Allí, junto con su
gatita Dina, comenzó a correr tras un simpático conejo que vestía capa y
llevaba reloj en una de sus patitas. Iba a cogerlo, pero ingresó al hueco de un
árbol y Alicia, al seguirlo, se dio con otra sorpresa:
Estaba
en un país de personas diminutas y ella era una niña inmensa que con las justas
alcanzaba en esa casa. Lejos de estar feliz se sintió muy sola y lloró tanto
que inundó la habitación, justo cuando su cuerpo iba haciéndose muy pequeño.
Y se
vio tan frágil que creyó ahogarse en la correntada de su propio llanto.Pero le
daría su auxilio el simpático conejo a bordo de un modesto botecito.
Alicia
quiso hacer preguntas y el conejo le respondía bromeando, mas al llegar a un
recodo del río, por fin dijo: “Amiga mía, ya llegamos al País de las
Maravillas, donde todo es muy bello, pero deberás cuidarte con el carácter de
la Reina de Corazones". Y así fue. Ingresaron a un país fantástico,
poblado por lindos juguetes y por los actores de las fábulas y cuentos más
hermosos de la historia. Estaba feliz, pues conoció a Sombrerón, don Pato,
Dodó, el Aguilucho y don Loro, quienes le hacían reír con sus ocurrencias.De
pronto, huyeron de su lado y Alicia observó la llegada de un cortejo a cuyo
paso todos se arrodillaban. Al no hacerla ella, su principal ocupante, la
reina, se sintió ofendida y ordenó el arresto de la inocente niña. Alicia
sintió desfallecer.
Fueron
los casinos que cuidaban al rey quienes la llevaron a la cárcel y allí le
dijeron: “Si quieres salvarte deberás jugar croquet con nuestra reina. Si le
ganas, te salvas, pero si ella triunfa te cortaremos la cabeza".
Sin esperar respuesta, al día siguiente Alicia estaba frente a
la reina para iniciar el juego. El público vivaba a la reina y nadie lo hacía
por Alicia. Empezó el juego y la niña iba ganándole; de pronto, Alicia observó
que la reina hacía trampas y se quejó ante el jurado. La reina, sin esperar
respuesta ordenó: “¡Atrápenla!, me ha dicho tramposa y esa ofensa merece la
pena de muerte" Los casinos fueron tras ella, pero Alicia corrió con todas
sus fuerzas. Estaban cerca y justo despertó en su casa, donde su madre la
despertaba, amorosa, luego de este fantástico sueño.
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